Prepara tu coche para el verano, no dejes que se pare.
Con la llegada del verano se producen más desplazamientos por carretera y nuestros coches realizan muchos más kilómetros que el resto del año. Además, el calor, la forma de conducción y el estado de la vía por la que circulamos incrementan las posibilidades de sufrir una avería. Tener nuestro vehículo en perfectas condiciones es de vital importancia si no queremos que nuestras vacaciones se vayan al traste. Y para evitarlo no hay nada mejor que un buen mantenimiento preventivo, una conducción tranquila, y sobre todo, y pensando en nuestra seguridad, circular con precaución y sin prisas.
Pero irremediablemente, los problemas pueden aparecer en cualquier lugar y situación. Estas son algunas de las averías más frecuentes que podrías sufrir en verano.
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Error al repostar: Normalmente estamos acostumbrados a repostar en las mismas estaciones de servicio. Lo hacemos de forma habitual y casi mecánica. Pero en verano cambiamos de lugar y a veces podemos tener un pequeño despiste que nos genere un gran problema. Presta atención siempre al surtidor y míralo dos veces antes de repostar. Si tu coche es gasolina y lo has llenado con diésel, no te quedará más remedio que acudir a un taller para vaciar el depósito. Y si no has tratado de arrancarlo mejor, puesto que de ser así habría que limpiar los inyectores. Si por el contrario has repostado gasolina en un diésel, podrías llegar a diluir ese combustible siempre que no sea más de un 5%, llenando el resto del tanque con gasolina. Si ha sido más, no te quedará más remedio que vaciar el depósito en un taller.
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Pinchazos y reventones: Los neumáticos de tu vehículo deben estar en perfectas condiciones tanto en su estado exterior, con una profundidad mínima de 1,6 mm, como en la presión recomendada por el fabricante de tu vehículo. Asegúrate de llevar siempre la presión correcta, que el neumático no tengan deformidades y que la banda de rodadura se gaste por igual. La temperatura del asfalto les afecta de forma importante y si además tienen alguna deformidad, rajas o grietas, podrías sufrir un reventón.
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Calentón: Si al calor del verano le añadimos una circulación a grandes velocidades o conduces revolucionando mucho el motor, el coche sufrirá más. Presta atención al indicador de temperatura de tu vehículo. Si en algún momento observas que comienza a marcar temperatura alta, baja la velocidad o las revoluciones. Si aún así sigue subiendo, estaciona en el arcén de forma segura, sin apagar el motor, y espera a que baje la temperatura. Si por el contrario sale vapor o humo del mismo, apágalo inmediatamente. Bajo ningún concepto quites el tapón del radiador. Podrías sufrir quemaduras graves.
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Turbo: Si tu coche tiene este componente en el motor y circulas a altas velocidades ten en cuenta que en verano sufrirá doblemente. Una vez que te dispongas a parar mantén tu vehículo encendido un par de minutos para que baje la temperatura. Si apagas el motor de forma repentina tras haber circulado a gran velocidad provocas que el propio aceite que refrigera el turbo se solidifique convirtiéndose en carbón, lo cual podría perjudicar de forma importante a la turbina del turbo.
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Batería: La batería, junto con la rueda de repuesto, es la gran olvidada de nuestro vehículo. Si deja de funcionar sólo tendrás dos soluciones, sustituirla o intentar arrancar el vehículo usando las pinzas y el motor de otro coche. No obstante, cuando una batería comienza a fallar es momento de pensar en cambiarla, aunque podría no ser problema de ella, sino del alternador que no la recarga bien. Cámbiala cada 4 años aproximadamente.
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Aire acondicionado: Para muchos es la peor avería del verano. Hace calor y de repente el aire acondicionado o el climatizador dejan de funcionar. Las razones pueden ser muchas, pero lo que está claro es que un mantenimiento preventivo minimiza esos problemas. Podría fallar el compresor, las propias tuberías del aire acondicionado, o incluso que el filtro de polen estuviese obstruido por no haber sido sustituido en su momento.
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Frenos: Maletas, bolsas, personas… ¡todo pesa! En los viajes de veraneo nuestros coches suelen llevar más carga de la habitual. Esto hace que cueste más frenar, y los frenos de nuestro vehículo sufren. Si le añadimos además las altas temperaturas del ambiente nuestros frenos podrían calentarse. Conduce con precaución y a velocidad moderada, frena paulatinamente y con la suficiente distancia. Y recuerda revisar, y reponer si es necesario, el líquido de frenos. Si está en mal estado y no refriega bien los frenos, los discos podrían llegar a deformarse. Normalmente hay que cambiarlo cada 2 años pero todo depende de su estado.
Y para finalizar te recordamos que nunca dejes a tus hijos o mascotas dentro del coche en verano. Podría producirse un golpe de calor con fatales consecuencias. Te deseamos un feliz verano. Circula con precaución y disfruta mucho.
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Foto portada: Designed by Freepik / Resto fotografías: Pixabay
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